
Los derechos humanos son aquellas libertades y facultades que pertenecen a toda persona, por el simple hecho de su condición humana, para la garantía de una vida digna. Son inherentes a la persona e independientes de factores particulares como el estatus, sexoi, etnia o nacionalidad; y son irrevocables, universales e igualitarios.
A pesar de que todos los días ocurren graves vulneraciones de estos derechos, los medios de comunicación no suelen hacerse eco de éstas a no ser que sucedan en la cercanía. Según las estadísticas, la práctica de la ablación femenina afecta en la actualidad alrededor de unas 135 millones de mujeres y niñas en el mundo. Se cree que cada vez se practica a niñas con una edad mucho menor para evitar que puedan juzgar la práctica por sí mismas al ser mayores. Y ésta práctica no sólo la realizan musulmanes sino también cristianos y animistas de África.
Por otro lado, se calcula que medio millar de mujeres al año mueren por los llamados “crímenes de honor”. Una mujer puede deshonrar a su familia por causas como tener relaciones extramatrimoniales, casarse con un hombre no elegido por sus parientes, tratar de divorciarse o incluso buscar trabajo fuera del hogar o salir de casa sin el permiso del varón.
Todos estos ejemplos ponen en evidencia que muchas de las vulneraciones a los derechos fundamentales las sufren las mujeres, y sobre todo en las sociedades ultraconservadoras islámicas. Es difícil defender esos derechos dentro de estos contextos, donde el reivindicar un trato igualitario y digno puede costar la vida. Sin embargo, desde los países desarrollados podemos contribuir a que estas prácticas no queden impunes y que poco a poco se vayan erradicando, sin olvidar que hace tan sólo unas décadas nosotros hemos sufrido un trato desigual y discriminatorio que también atentaba contra estos derechos.
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